UN DÍA CUALQUIERA EN LA VIDA DE UN R1 DE CIRUGÍA CARDÍACA
Martes 26 de junio de 2007
Son las 6:30 de la mañana. El estridente y siempre desagradable ruido de la alarma-despertador de mi móvil irrumpe en mis sueños para arrancarme a la fuerza de los brazos Morfeo, que como de costumbre ha adoptado una forma femenina para retenerme así en sus dominios oníricos. Yo me resisto pero finalmente me levanto aunque mi cerebro sigue dormido y me dirijo como un zombi a la ducha. Tras una ducha rápida y un frugal desayuno, toca como de costumbre dirigirse a la parada de autobús. Salgo y, también como de costumbre, está lloviendo (aquí en Santiago sí que puede decirse que “llueve sobre mojado”). Afortunadamente la parada del metropolitano (como llaman aquí al bus) queda cerca de casa (aunque en realidad en Compostela todo queda relativamente cerca de todas partes y esto es una de las muchas cosas buenas que tiene el vivir en una ciudad pequeñita como ésta). Para no romper con la tradición, llego justo a tiempo para ver partir el bus y una vez más me toca dar una agradable paseo bajo la lluvia (aunque no cantando precisamente como hacía Genne Nelly en la peli homónima). Tras 15 minutos de caminata a paso ligero llego con una disnea (pronunciado con acento en la “e” que es como realmente se debe decir y no con la tilde en la “i” como hacemos en Catalunya, lo cual hace mucha gracia aquí en Galicia ya que uno es de donde es y hay veces en que no puede evitar decir “catalanadas”) de moderados esfuerzos al hospital, a tiempo –hoy sí- para acudir al estadillo (en el Hospital del Mar le llamarían “pase de guardia”) del Servicio de Anestesiología, donde nos informan de la evolución de los pacientes de Cirugía cardíaca que han quedado ingresados en Rea.
A continuación toca bajar a ver las “pelis” del día. No, no seáis malpensados, no es que los cardiocirujanos (y aspirantes como yo) nos vayamos al cine en horas de trabajo (que todo sea dicho de paso, hace siglos que no me doy un garbeo por las salas de cine) ni nos pongamos un DVD del top manta en el despacho, sino que bajamos a la planta de Cardiovascular para ir a Hemodinámica a ver los vídeos de los cateterismos de las cirugías del día y, los martes y los viernes, también para acudir a la sesión médico-quirúrgica, que a pesar del buen rollo que hay entre cardiólogos y cardiocirujanos fuera del “ruedo”, en ocasiones pueden llegar a ser auténticas sesiones de “pressing catch intelectual”, aunque de todo se aprende y la verdad es que al final siempre se llega a un consenso que intenta favorecer a ambas partes y, sobre todo, al paciente, que al fin y al cabo es lo que cuenta. A todo esto, entre una cosa y la otra, se hacen las 9 menos cuarto (o las 9 cuando hay sesión médico-quirúrgica como hoy, aunque ésta ha sido apacible y sosegada, invirtiendo la cadencia anterior) y llega la hora de subir a planta, ponerse al día en un periquete de las novedades del día y tomar un café rápido antes de bajar a quirófano, donde hoy, precisamente haré mi primera safenectomía.
La verdad es que tengo muy buenos maestros y referentes en mi servicio y hoy opera uno de los “pesos pesados” del Servicio con lo cual la cosa promete ir bien… Toca piel en el tórax y la sorpresa me llega cuando el cirujano y mi R mayor acuerdan que yo, que hasta ahora había adoptado un papel más bien pasivo propio del 2º ayudante y, como mucho, había hecho algunos pasos aislados de la safenectomía ayudado muy diligentemente por José, mi R4, vaya haciendo solo la safenectomía.
Con lo cual, armándome de valor y escalpelo en mano, preguntándome si el pulso me tiembla de los 3 cafés que llevo ya de buena mañana (ah, no os lo conté pero en relax del quirófanos, antes de entrar a la operación me tomé otro más) o bien de los nervios y la emoción que me embriaga realizo una incisión en piel a nivel del tobillo entre el maleolo interno y ligamento, disecando el tejido subcutáneo hasta encontrar un vasito que se interpone en mi camino, que se interpone entre mí y la safena. En esto que finalmente acude José en mi ayuda y tras, con una gran pericia propia de los años de experiencia, disecar, aislar y separar el vasito, me vuelve a ceder la Metz para que prosiga yo el trabajo, cosa que hago, ahora ya con más tranquilidad y más confiado teniendo la seguridad que aporta el que te ayude alguien con tánta experiencia como mi R mayor. No me enrollaré describiendo en detalle todo el procedimiento de la safenectomía ya que realmente la técnica en sí no es que tenga mucho secreto: disecar, identificar colaterales y ligar/clipar para finalmente aislar la safena, abrir una boca y pasar Plasmalite y acabar dando los puntos de transfixión para luego cerrar. Lo importante es que el injerto de safena al final quedó bien y el bypass fue viable y con buena pulsatibilidad. ¡Todo un éxito! Ahora a esperar que el post-operatorio del paciente sea bueno y a tomar el “café de la victoria”.