AMANECE EN LA INDIA... Resulta difícil de olvidar mi primer día en el subcontinente indio. Apenas habían transcurrido unas horas desde el amanecer y, tras una pequeña gymcana de casi 12 horas con dos vuelos entre medio, con escala en Doha, Qtar, arribo por fin a la ciudad de Nueva Delhi. Apenas unas horas antes estaba en la vieja Europa y ahora... ahora me encuentro una vez más en Asia y concretamente en el país de Gandhi y de Rabindranath Tagoré. Afortunadamente viajo en verano, con lo que el contraste térmico no es tan intenso. Al fin y al cabo vengo de Barcelona, ciudad donde en el mes de julio se alcanzan temperaturas de 30 pico grados que con la humedad perpetua que castiga a la ciudad se perciben como 40. De forma similar a como si estuviera en casa aunque quizás un poco más intensa, un bochorno de aire caliente y húmedo me recibe a modo de bienvenida en cuanto abandono el recinto del aeropuerto y su aire acondicionado. Empieza entonces la aventura, concretamente la de buscar a mi guía personal que se supone debe estar esperándome en la zona de llegadas del Aeropuerto Internacional Indira Gandhi de Nueva Delhi. Busco infructuosamente entre la marabunta de guías y chóferes que están allí, cartel en mano, a la caza de sus respectivos clientes; aguardo unos minutos... 5... 10... pasa un cuarto de hora. El gentío se empieza a dispersar y los guías y chóferes allá presentes empiezan a abandonar el lugar ya con sus respectivos clientes y sin embargo mi guía sigue sin dar señales de vida. Y allí estoy, en un país nuevo para mí, en otro continente, abrumado por el calor sofocante del clima tropical del lugar y con el sopor y el jet lag propio de un largo viaje transcontinental en el que apenas he pegado ojo... "¡Empezamos bien el viaje!" me digo a mí mismo. Algunos indios se me quedan mirando extrañados de ver a alguien hablando solo y en un idioma extraño. Como mi móvil no tiene activado el roaming me dispongo a buscar un teléfono público para llamar a la oficina de la compañía que gestiona los servicios de guía de mi viaje. Encuentro unos terminales algo anticuados con unos empleados que contabilizan manualmente los minutos de conversación y cobran en función de ellos. Aprovechando que ya he cambiado divisa y dispongo de rupias, me dirijo a ellos y les pido que me marquen uno tras otro los diferentes números de los que dispongo para contactar con la empresa en cuestión pero en ninguno de ellos hay nadie al otro lado de la línea que conteste. Así que ahí estoy yo, tirado en el aeropuerto, sin poder contactar con las personas que tienen el voucher y la documentación de mi hotel en Delhi cuyo nombre desconozco. No obstante, afortunadamente ya soy perro viejo en esto de los viajes y aunque años atrás me hubiera podido embargar el miedo en una situación similar, estando solo y perdido en un lugar remoto, la experiencia es un grado y en parte te hace saborear y disfrutar de la emoción de momentos así, la aventura de valerse por uno mismo en un ambiente extraño, hasta el punto de encontrarle el "gustillo" a retos como este; aunque confieso que por un momento temí que la empresa cuyos servicios había contratado desde España, tan bien referenciada por otra parte en Internet, fuera un timo. Aún así, no me permití el lujo de sucumbir al "pánico" y me dispuse a salir fuera de la terminal del aeropuerto con el objetivo de cazar algún taxi y plantarme en las oficinas de dicha empresa. Y, ¡sorpresa! resulta que fuera también había más guías, y entre ellos estaba el que tenía el correspondiente cartelito con mi nombre. Y es que al parecer no todos tienen permitido el acceso al interior de la terminal (para acceder hay que pasar un control policial en el que les piden una documentación concreta). Solucionado ya este aspecto, mi guía me condujo al coche donde esperaba el chófer que habría de trasladarme a mi hotel. he de precisar que por norma general suelo viajar más en plan "freelance"; no me acaba de convencer lo de tener chófer a lo plan "sibarita" aunque en este caso contraté un viaje personalizado por cuestiones prácticas, para cubrir un itinerario muy completo en pocos días, racionalizando mi tiempo y sacándole el mayor provecho a mi viaje. Pero una vez que nos submergimos en el tráfico de la gran ciudad agradecí profundamente haber tomado esa decisión y no haber cometido la locura de alquilar por mí mismo un vehículo. De hecho ahora entiendo por qué pocas empresas de alquiler de coches los alquilan sin chófer. El tráfico en India es un auténtico caos... (continuará)
Sunday, August 16, 2015
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