BARCELONA MON AMOUR...
Son muchos los vuelos que he cogido en el último año y medio: a Nueva York, a Santo Domingo, a Madrid, a Amsterdam y, la mayoría, a mi ciudad natal, la meva molt estimada Barcelona. Aún me emociono cada vez que mi vuelo llega a la Ciudad condal de noche y sobrevuela el Port Olímpic con su World Trade Center y sus rascacielos iluminados; sí, aún me emociono cuando desde la ventanilla del avión veo toda mi añorada Barcelona iluminada cual ciudad siempre efervescente y llena de actividad; y luego viene ese aterrizaje triunfal tras unas maniobras de aproximación sobrevolando a ras el Mediterráneo que rompe sus olas al pie de una de las 3 pistas; y entonces viene la alocución de la azafata dándonos la bienvenida en catalán al Aeroport del Prat y los rótulos trilingües con inscripciones en catalán que me indican que estoy en casa, lo cuál veo confirmado cuando veo a mi familia aguardándome en la puerta salida de la Terminal de Llegadas. Sí, realmente esos pequeños momentos no tienen precio.
Son muchos los vuelos que estoy cogiendo últimamente; de hecho intento volar a Barna con una periocidad como máximo trimestral pero quizás el vuelo más importante que he cogido en toda mi vida ha sido el que tomé cuando abrí las alas y despegué del hogar paterno para emprender mi vida en tierras gallegas, donde he encontrado mi huequecito. Aquí, a pesar de la nostalgia (o morriña, según se prefiera) que pueda sentir hacia mi tierra y mi gente me encuentro muy a gusto en Santiago.
Ah... BARCELONA... Siempre magnífica, con su brisa mediterránea, su olor a playa, su mezcla de perfumes aromáticos y culturas en el barrio de El Raval, sus ferries y sus Golondrinas, sus edificios modernistas, la Torre de Collserola... Mis recuerdos de Barcelona son recuerdos de largas tardes veraniegas en los cafés del Passeig de Gràcia con los amigos, de encuentros frente al mítico Café Zurich de Plaça Catalunya, de los más bellos atardeceres frente al Port Vell, que nada tienen que envidiar a los de ciudades con tánto encanto como Praga o Venecia, de paseos por el Parc de la Ciutadella. Y luego está su magia. Dicen que quien prueba sus aguas en la Font de Canaletes vaya donde vaya acaba retornando a Barcelona. Ése es sin duda el embrujo de una ciudad que ha sabido crecer y apostar por el futuro guardando a la vez sus costumbres y tradiciones y conservando su idiosincrasia.
Son muchos los vuelos que estoy cogiendo últimamente; de hecho intento volar a Barna con una periocidad como máximo trimestral pero quizás el vuelo más importante que he cogido en toda mi vida ha sido el que tomé cuando abrí las alas y despegué del hogar paterno para emprender mi vida en tierras gallegas, donde he encontrado mi huequecito. Aquí, a pesar de la nostalgia (o morriña, según se prefiera) que pueda sentir hacia mi tierra y mi gente me encuentro muy a gusto en Santiago.
Ah... BARCELONA... Siempre magnífica, con su brisa mediterránea, su olor a playa, su mezcla de perfumes aromáticos y culturas en el barrio de El Raval, sus ferries y sus Golondrinas, sus edificios modernistas, la Torre de Collserola... Mis recuerdos de Barcelona son recuerdos de largas tardes veraniegas en los cafés del Passeig de Gràcia con los amigos, de encuentros frente al mítico Café Zurich de Plaça Catalunya, de los más bellos atardeceres frente al Port Vell, que nada tienen que envidiar a los de ciudades con tánto encanto como Praga o Venecia, de paseos por el Parc de la Ciutadella. Y luego está su magia. Dicen que quien prueba sus aguas en la Font de Canaletes vaya donde vaya acaba retornando a Barcelona. Ése es sin duda el embrujo de una ciudad que ha sabido crecer y apostar por el futuro guardando a la vez sus costumbres y tradiciones y conservando su idiosincrasia.
2 Comments:
Hola, acabo de descubrir este blog por casualidad, casualmente estando de guardia (una de las más mortalmente aburridas).
Muy buena tu serie Anatomía de Grelo.
Me pasaré por aquí de nuevo.
PD: Salutacions d'una cirurjana en terres forasteres.
(Entenc la teua morriña)
Eso mismo siento yo cuando me voy un tiempo lejos de Galicia y posteriormente regreso... la sensación de regresar al lugar del que uno procede es indescriptible... aunque tú lo has plasmado muy bien con esas palabras. Un saludo cirujano.
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